Cambios emocionales en el embarazo
¿Por qué no hay quién me aguante?
Con motivo de su embarazo, algunas mujeres presentan situaciones de cambios de humor bruscos pasando de la euforia a la tristeza. En esta etapa, los cambios físicos son muy evidentes, pero los psicológicos adquieren mucha importancia porque pueden afectar a ciertas situaciones familiares, sociales y laborales. Afortunadamente, estos cambios emocionales en el embarazo están considerados normales y, lo mejor de todo, es que son temporales. En algunos casos, la personalidad de la mujer se transforma tanto, que algunas parejas creen que están conviviendo con otra persona. Conviene no dejarse llevar por este estado temporal y ayudar a la futura mamá a superar esta etapa de cambios emocionales.
Los cambios de humor durante el embarazo
Los cambios emocionales en el embarazo, que viven las mujeres embarazadas, tienen una base hormonal. Se deben fundamentalmente a que los neurotransmisores del cerebro están alterados debido a que no reciben los mismos niveles hormonales de siempre. Los niveles de progesterona y estrógenos se duplican y, por este motivo, la parte racional de la personalidad disminuye, a la vez que se refuerza la parte emocional.
Estos cambios en los receptores de los neurotransmisores dan lugar a estados de ánimo, que cambian de modo repentino, pasando de la alegría al llanto y se manifiestan en una mayor irritabilidad o mal humor, se notan en una hipersensibilidad hacia aspectos que antes pasaban desapercibidos e, incluso, se reflejan en una mayor inseguridad, aún en mujeres muy seguras de sí mismas.
Cambios emocionales por trimestres
Primer trimestre. Durante los tres primeros meses de embarazo, la futura mamá puede vivir momentos de una gran fluctuación emocional. Estos cambios son más habituales entre la sexta y la décima semana. Es habitual experimentar ansiedad, ambivalencia y frecuentes cambios de humor. Aceptar la nueva situación lleva su tiempo y son frecuentes los temores sobre la capacidad de saber afrontar la nueva situación. La mujer más segura puede volverse frágil y experimentar cambios de humor bruscos que van de la risa al llanto, de la euforia a la tristeza o de la alegría al mal humor. Son más frecuentes en las mujeres que manifiestan síntomas físicos importantes debido a su embarazo como vómitos y náuseas matinales, malestar general, mareos e indisposición digestiva. La apetencia sexual también suele disminuir debido al cansancio, a las molestias físicas y al miedo a dañar al feto. La comprensión de la pareja es fundamental para sobrellevar todos estos cambios que produce la gestación.
Segundo trimestre. Se caracteriza por ser un periodo de tranquilidad emocional debido a que los cambios hormonales se han estabilizado y la futura mamá ha tenido tiempo de adaptarse psicológicamente a la gestación. Esta adaptación repercute positivamente en la aceptación de los cambios que repercuten en su actividad habitual, dado que su orden de prioridades ha cambiado. Las molestias físicas del primer trimestre han desaparecido y la futura mamá puede experimentar de nuevo un mayor deseo sexual favorecido por un aumento de la sensibilidad.
Tercer trimestre. Vuelven las dificultades anímicas debido a que el volumen de la barriga dificulta el bienestar de la futura mamá. Como consecuencia aparece la dificultad para dormir, la micción frecuente, los dolores de espalda y el cansancio, entre otras molestias, que no ayudan al bienestar emocional. Por otra parte, en el tercer trimestre el tiempo pasa lento, aumenta la ansiedad por conocer al bebé, el miedo al parto y la inseguridad ante la crianza. Y, además, aparece el síndrome del nido con el que verá incrementada la necesidad de hacer cambios en casa y dejarlo todo limpio y preparado para la llegada del bebé.
Estados emocionales que provoca el embarazo
Euforia y tristeza. Tener un hijo es lo que estabas buscando y sientes que estás en una nube, incluso algo excitada. Las felicitaciones de los demás te colman de felicidad, pero cuando tienes que lidiar sola con el malestar físico, el mundo se derrumba a tus pies.
De la risa al llanto. Es inútil que te preguntes por qué te ha entrado la risa floja o por qué estás llorando, ni tú misma lo sabes. Los altibajos hormonales que sufren tus neurotransmisores son los responsables y no hace falta que lo pienses mucho.
Miedo y ansiedad. Seguro que tienes una lista de preguntas interminables sin contestar en relación a tus síntomas, al parto y a la lactancia. El miedo a lo desconocido y la ansiedad que genera no saber si todo va a salir bien o no es normal en todo este proceso.
Despistes y olvidos. No saber dónde tenemos la cabeza porque se nos olvida el lugar donde hemos puesto las llaves o el coche es habitual. Un consejo: tómatelo con buen humor y no le des mucha importancia.
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